Un Techo Para mi País

21/11/11

Desde siempre, Futbolistas Argentinos Agremiados se esforzó y se esfuerza con la vocación de brindarles a sus afiliados un respaldo integral. Pero esa meta, que se renueva y se afianza día a día, no impide que tengamos la permanente inquietud de ayudar a quienes lo necesitan. El rasgo solidario de nuestra institución ha aparecido en infinidad de oportunidades, y volvió a manifestarse el 19 y 20 de noviembre de 2011, participando en el programa “Un Techo Para mi País”.
Se trata de una organización no gubernamental liderada por jóvenes voluntarios –de 18 a 30 años-, con presencia en 19 países de Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. La institución trabaja junto a familias que viven en asentamientos urbano-marginales, para que a través de un esfuerzo en conjunto puedan mejorar su calidad de vida. El primer paso es la construcción de viviendas de emergencia, para luego desarrollar planes integrales de habilitación social. Estos planes se implementan como respuesta a las inquietudes y necesidades planteadas desde cada uno de los barrios y giran en torno a educación, fomento productivo y micro-créditos, capacitación en oficios, arte y recreación, asesoramiento jurídico y salud.
Pues bien. FAA y la Fundación El Futbolista se sumaron a la iniciativa propiciando la construcción de dos casas, pero la idea de los organizadores es que cada patrocinante aporte además su material humano para que la relación con los beneficiarios sea estrecha y directa. En consecuencia, un nutrido “equipo” de Agremiados (integrantes del Consejo Directivo, empleados de distintos sectores) estuvo ese fin de semana en el barrio La Chechela, de Escobar, para llevar a la práctica, en una de las casas, la intención solidaria que nos movilizó. Algunos demostraron tener más conocimientos que otros a la hora de poner manos a la obra, pero todos expusieron la voluntad y las ganas que hacían falta para levantar la pequeña vivienda de 6 metros por 3 -piso y paredes de madera, techo de chapa-, bajo la supervisión de dos de los miles de jóvenes voluntarios que se han volcado al proyecto en la Argentina y con la colaboración de los integrantes de la familia.
¿Cómo terminamos? Cansados, pero muy felices por compartir esos momentos con quienes necesitan y merecen que se les dé una mano. Y cuando volvíamos, la leyenda que vimos en la remera de un voluntario nos llamó la atención. Decía: “la pobreza no es el problema, la indiferencia sí”. Pocas palabras, pero lo suficientemente contundentes como para resumir el sentimiento de todos.

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                                                                           Agradecimientos:

  • A Gloria Dickson y a Francisco Cornejo Costas, jóvenes coordinadores de “Un Techo Para mi País” que dirigieron nuestros esfuerzos y cumplieron su tarea con simpatía y responsabilidad.
  • A Jorge Raúl Acuña, el dueño de casa, por su amabilidad, su gratitud y su emoción. Tiene 54 años, es padre de tres hijos (Jorge “Pipi”, María del Rosario y Lourdes, de 18, 15 y 10 años, respectivamente) y la pelea rodeado por una hermosa familia, que estuvo a su lado y que colaboró activamente en el trabajo de las dos jornadas.

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